¿Un autorretrato? ¡Buf! ¿Un selfie, ahora? Es que me veo fatal en las fotos…
Esta suele ser la reacción cuando propongo un autorretrato.
En realidad, ese es el gran freno: pensar en el autorretrato como esa foto en la que nos exponemos a no salir como nos gustaría. Y ese “nos gustaría” viene a menudo condicionado por lo que vemos en las redes, tan inundadas de fotos irreales, sea por el filtro de la herramienta o por ser una pose artificial en un contexto que no existe.
Y aunque existiera. Da igual. Es el suyo, no el tuyo. Y no es ni mejor ni peor. Simplemente, no habla de ti.
El autorretrato es un maravilloso ejercicio de autoconocimiento. Darse permiso para hacerte ciertas preguntas:
¿cómo eres?
¿qué te gusta?
¿qué te da miedo?
¿cómo te proyectas?
¿qué parte de ti no te gusta mostrar?
Te cuento qué hacer con todo esto 🙂
1. Hazte todas las preguntas oportunas. Empieza por las fáciles, como identificar las cosas que te gustan: tus hobbies, tus sitios favoritos, tus colores, texturas, ciudades, lugares… Luego, si quieres seguir profundizando, empieza a hacerte preguntas más incómodas. O pídele a alguien que te las haga 🙂
2. Piensa en colores y formas. Busca paletas de colores, texturas, formas… Júntalas en un documento o en un papel: hacerlo a mano, recortando revistas, te dará un rato para ti de desconexión total. Pero también es cierto que en la red hay más opción para encontrar imágenes que te inspiren.
3. Decide el formato. ¿Cómo quieres plasmarlo? Puedes hacer(te) una foto, pintar, dibujar, un collage, un escrito…
Aquí te dejo ejemplos de autorretratos diferentes, para que veas cuántas opciones hay.
Puedes desestructurar el retrato para mostrarte desde diferentes ángulos. Prueba diferentes emociones: los ojos soñadores, la boca riendo, otro ojo observador…
Combina el color con el blanco y negro. Trozos de la imagen en diferentes momentos.
Incorpora en el retrato de la cara, elementos de otras partes del cuerpo que tengan un significado para ti.
O combina elementos tuyos con elementos de otras personas importantes para ti.
Prueba y combina hasta que el resultado tenga sentido para ti.
El collage te permitirá añadir a tu rostro otros elementos como colores, textos, esa página de un libro que te gusta, imágenes…. También puedes añadir flores, o elementos de tu obra de arte favorita. Retazos del poster de esa peli que te gustó o rincones de tu ciudad favorita.
El collage lo permite todo. Así que date permiso y suéltate.


El formato “knolling” es muy personal y no te expones, si esto es lo que te está frenando. Sólo tienes que elegir los objetos que definen, ordenarlos como tenga sentido para ti y hacerles una foto desde arriba.
El resultado es bonito, sí. Pero aquí lo más importante, como en todo proceso de autorretrato, es el proceso de elegir qué sale en la foto y qué no.
El texto, en otro formato, lo puedes usar para explicar lo que piensas, lo que haces y lo que dices. Un bonito de ejercicio de buscar la coherencia.
Cómo escribes el texto, en qué papel, cómo lo muestras, también dice mucho de ti. No es lo mismo un papel rasgado que un papel bien recortado. Y no es lo mismo una letra caligráfica que una mecanografiada.
Prueba, date permite para explorar.
Como ves, hay muchas muchas maneras de hacerte un autorretrato. Pero en todas ellas, lo importante no es el resultado, sino el proceso: las preguntas que te haces, las respuestas que te das y lo que aprendes de todo ello.
Prueba, date permite para explorar y, por supuesto, para expresarlo (aunque no se lo enseñes a nadie). Mírate bonito.
p.d: si quieres todavía más inspiración, en mi Pinterest tienes más propuestas de autorretrato (busca más allá del autorretrato, inspírate por otras formas artísticas y, sobre todo, date permiso para probar tus propios formatos).